El senyor John Carlin ha estat ens els 10 trending topics d'avui amb
el seu article de LaVanguardia
"Sin la inestimable aportación del señor Millo el juicio ya era una épica payasada. Los fiscales del Estado español argumentan que hubo violencia cuando no hubo violencia durante un referéndum que no fue referéndum el 1 de octubre del 2017 en Catalunya.
Pero ahí siguen, un mes después, y con cada día que pasa más grande el ridículo. Tocaron fondo, o eso quiero pensar, con el señor Millo. Busquen su intervención en YouTube. El señor Millo es el exdelegado del Gobierno español en Catalunya. En la parte más dramática de su testimonio cuenta que habló con algunos policías que habían sufrido las temibles consecuencias de haberse enfrentado a los padres de familia, abuelos, abuelas y jóvenes que salieron de sus casas el 1 de octubre y se dirigieron a unas urnas colocadas en ciertos colegios imaginándose que iban a votar por la independencia de Catalunya.
“Los testimonios –declaró Millo– eran estremecedores”. Estremecer, según la Real Academia Española, significa “hacer temblar algo”. Cuando yo pienso en la palabra estremecedor me vienen a la mente imágenes de la época nazi o de una chica de 17 años que murió apuñalada por un desconocido en un parque aquí en Londres la semana pasada. Para el señor Millo, estremecedor significa otra cosa.
“Un agente me explicó –declaró temblando– que había caído en la trampa del Fairy”. ¿La trampa del Fairy? ¿A qué se podría referir?, me pregunté. ¿A algún método de tortura patentado por los soldados americanos contra los yihadistas presos en Guatánamo?
(Fairy, en su uso más vulgar, sería traducido del inglés como marica). ¿O al mundialmente famoso detergente verde para lavar platos patentado en la pérfida Albión en 1950?
El señor Millo se refería al detergente.
Ahora, por favor, a los lectores y lectoras más sensibles les ruego: dejen de leer las palabras que a continuación cito.
“La trampa del Fairy”, explicó el señor Millo, consistió en “verter detergente en la entrada de ciertos colegios para que cuando los policías entraran patinaran y cayeran al suelo”.
Aquí tienen, señoras y señores, la prueba contundente –basado en el testimonio de un policía anónimo– de que hubo violencia de parte de los doce procesados catalanes, de que hubo rebelión, de que deberán cumplir hasta 20 años de cárcel por sus crímenes… ¡Qué papelón! He cubierto muchos juicios como periodista en muchos países, pero nunca he visto cosa más absurda. Pero lo mejor, o más bien lo peor, lo que se lleva la medalla de oro a la ridiculez, es que aparentemente en España mucha gente se toma el fairy tale (cuento de hadas) del señor Millo en serio. Como ver una película del Inspector Clouseau creyendo que es un thriller policiaco (y estremecedor) de verdad. Los jueces no se partieron de la risa. La prensa madrileña lo contó no sólo con toda solemnidad sino que interpretó el testimonio del señor Millo como un golpe serio a los acusados. “Las defensas empiezan a ponerse nerviosas”, rezó un titular.
Falta mucho tiempo más, según leo, para que se concluya esta farsa de juicio. Por favor: basta ya. Dejen de tirar fondos públicos a la basura. Tengan el orgullo patrio de dejar de hacer el ridículo frente al mundo. No confirmen los prejuicios ancestrales que muchos tienen acerca de los españoles. Para resolver el caso busquen un niño de diez años de esos que saben cuándo los emperadores andan desnudos. Dará su veredicto en cinco minutos. ¿Rebelión violenta?
¿De qué mierda me están hablando?
Y de paso, si es buen chico y no posee la maldad que la simpatía de demasiados españoles esconde, dejará libres a los presos."