dissabte, 14 de març del 2020

Coronavirus: què en diuen els científics avui? Ramon y Cajal

Font original: ElPaís

Santiago Moreno es jefe de servicio de enfermedades infecciosas en el Ramón y Cajal de Madrid, uno de los grandes hospitales públicos con los que el Sistema Nacional de Salud (SNS) está haciendo frente a la epidemia del coronavirus
Pregunta. Usted escribió hace dos días en este diario que ya no es posible detener el virus y que el objetivo es ralentizar su expansión. ¿En qué punto estamos?
Respuesta. Aún en la fase de crecimiento exponencial. Mucha gente se ha infectado en los últimos días y desarrollará síntomas en los próximos. Han sido días en los que cada vez había más infectados que se movían sin medidas de distanciamiento social. Pero hoy he visto imágenes del centro de Madrid muy vacías y tengo la impresión de que ha empezado a calar el mensaje de que es hora de ser solidarios y que hay que evitar contagiarse para no transmitir la enfermedad. Con este cambio de mentalidad y las medidas que se están adoptando, deberíamos notar los efectos en cuatro o cinco semanas.
P. ¿Tanto? Pensaba que iba a decir dos semanas, cumplido el plazo máximo de incubación...
R. No, porque primero saldrán los contagios recientes y luego las transmisiones secundarias que seguirán produciéndose estos días. Partimos de niveles muy altos.
Imagino que se refiere a las zonas de mayor incidencia, como Madrid. ¿Y allí donde es menor?
Dependerá de las medidas que se tomen. Sería un error pensar que como tienen pocos casos no las necesitan. Si actúan así, es muy probable que acaben con muchos infectados. Pero si aprovechan la suerte de que no les ha llegado el virus con tanta intensidad e instauran las mismas precauciones, pasarán la epidemia más suave.
¿En qué medidas piensa?
Todas las que reduzcan el contacto: aglomeraciones, espectáculos, bares, restaurantes...Los transportes son un foco de contagio, pero hay algunos que no pueden pararse porque hay quien los sigue necesitando. Aquí entra más la responsabilidad personal. Si no es imprescindible, no viajes, y menos en transporte público.
Uno de los elementos críticos de la epidemia son los hospitales. ¿Cómo están? Estamos elaborando planes de contingencia con tres objetivos.
Uno, tener camas de hospitalización suficientes para los ingresos. Por seguridad, deben estar en zonas específicas del hospital.
Dos, disponer de camas de UCI para los pacientes más graves. Y, por último, lo que está resultando más difícil: la ventilación mecánica, que es lo que puede precisar un paciente con neumonía grave. Ahora mismo nos hacen falta y no nos suministran porque no hay en el mercado.
¿Pero están sobrecargados?Evidentemente. Si cada día ingresan 20 o 30 pacientes con coronavirus, es inevitable. De momento, el sistema sanitario aún puede afrontar la situación de forma adecuada, pero si no se toman medidas drásticas corremos el grave riesgo de que el sistema colapse.
Los planes de contingencia, ¿no se preparan antes?En general, se hace a medida que surgen los problemas. Cada mañana nos reunimos y adoptamos soluciones a las situaciones que van surgiendo. Eso no se puede hacer antes. Si la pregunta es si se podría haber diseñado previamente una mejor respuesta global del sistema, la respuesta es que quizá sí.
Los datos de contagio entre profesionales sanitarios ¿no le parecen preocupantes?En mi hospital hay 15 profesionales contagiados y 190 están en casa aislados. Es evidente que son más de los que quisiéramos.
¿Cada contagio no denota un fallo del sistema?No siempre. Hay veces que puede ser inevitable, sobre todo al principio, cuando pensábamos que el coronavirus sería algo mucho menos frecuente. Hemos tenido enfermos con síntomas atípicos, contagios por visitas a los enfermos... No sé en qué medida es un fallo del sistema no haber evitado estos contagios. Algunos, seguro que sí, pero no todos. Dicho esto, podemos también pensar que el personal sanitario tendría que ir en todo momento con mascarilla. Sería algo razonable si pensamos que pueden toparse con un foco inesperado.

¿Ha fallado algo si tenemos en cuenta que mientras todos mirábamos a China se nos ha colado el virus y no nos hemos dado cuenta de la dimensión del problema hasta ahora?Si volviéramos atrás, tendríamos que hacer muchas cosas de forma diferente. Pero eso lo sabemos ahora, no antes, lo hemos aprendido.
¿Pero no habíamos aprendido nada de China?Sí, pero a la vista está que no ha sido suficiente.
¿Se ha pecado de un exceso de confianza?Sí, yo creo que nadie pensaba, y yo me incluyo entre ellos, que esto podía adquirir en un país como el nuestro las dimensiones que ha tomado.
¿Qué puedo hacer yo? Mucho. El contagio es por gotitas que expulsa la persona infectada. Si estás a menos de 1,5 o 2 metros, estas gotitas te pueden caer encima, así que mantén esa distancia. Esas gotitas también caen sobre superficies como la barra de un bar, la mesa de trabajo, el carrito del supermercado... Si pasas tu mano por ahí, te llevas el virus y si luego te tocas la cara, llega el contagio. Por eso hay que lavarse las manos a menudo y evitar tocarse la cara. También es mejor no darse la mano, no darse besos.
¿Qué lecciones podemos extraer de la epidemia?La próxima vez tenemos que hacer más medidas preventivas desde el principio para detectar antes el virus. Y seguramente nos excederíamos, porque la próxima epidemia no tiene por qué tener las mismas características que esta. Pero no nos podemos volver a equivocar. Lo segundo es que necesitamos hospitales especializados ya preparados. Ahora tenemos los que requiere una población determinada, pero de golpe los hemos tenido que transformar. Lo que necesitamos son hospitales específicos ahí listos y algunas camas previstas en el resto para que puedan asumir su parte en una epidemia como esta sin verse golpeados de esta forma. Es importante entenderlo, porque de lo que estoy seguro es de que esta no será la última epidemia causada por un nuevo virus que sufriremos.

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